Receta para hacer un gato

DIEGO HARTZE



Jamás debí haber comprado aquel recetario. Recuerdo que lo hallé entre un montón de baratijas que ofrecía una tienda de antigüedades. Era pesado, hojoso, y poseía una pasta gruesa de color azul en la que se leía en letras doradas: “RECETARIO DE GATOS”. Su cualidad más desconcertante no era su título, sino que carecía de contenido, pues cada una de sus páginas no era más que vacío acartonado. Me costó pocas monedas. En ese entonces de verdad consideré que se trataba una pieza interesante para mi colección de libros.
El primer acercamiento que tuvo mi hijo con el recetario fue una tarde de octubre, meses después de que lo coloqué en el librero de mi habitación. Hasta hoy, sigo sin comprender qué fue lo que lo motivó a hojearlo, pues él nunca había mostrado interés alguno por la lectura. Recuerdo que lo regañé por haberlo tomado sin permiso y que él solo se disculpó y lo dejó en su lugar.
Sin embargo, una semana después volvió a desobedecerme: lo encontré en el jardín enterrando algo y le pregunté qué estaba haciendo. Me respondió que lo perdonara, pues había preparado algo que había leído en mi recetario casi vacío.
—¿Casi vacío?
—Sí, solo tiene una receta.
—¿Estás seguro, hijo?
—Sí. Perdóname papá, ni siquiera sé por qué lo hice. Ya deje el libro en su lugar.
En ese momento fui presa de mi curiosidad y ni siquiera caí en cuenta de la pequeña herida que tenía en la palma de su mano, solo me dirigí a mi habitación para buscar aquella receta de la que hablaba. Abrí el libro:

RECETA PARA HACER UN GATO
Para la preparación de un gato temporal se necesitan los siguientes ingredientes y seguir las instrucciones.

INGREDIENTES
Un pelo del propietario.
Sangre del propietario.
Un poco de arcilla.
Agua caliente.
Sal.
Cáscaras de plátano.

PREPARACIÓN
Uno. Sobre una vasija coloque el pelo de quien será propietario del gato y una pizca de sal.
Dos. Ablande la arcilla con el calor de sus manos y después amásela. Prosiga a darle la forma de un gato.
Tres. Bañe al gato de arcilla con la sangre del propietario y después colóquelo en la vasija.
Cuatro. Llene la vasija de agua caliente.
Cinco. Tape la vasija con las cáscaras de plátano y entiérrela durante siete días. Espere.

Terminé de leer. Si en ese instante me hubiera mirado al espejo, me habría confundido con un fantasma. No podía concebir que mi hijo realizara aquella preparación, menos que se provocara el sangrado.
Mientras relato esto me siento el peor padre del mundo, pero ¿cómo iba a imaginar que todo esto iba a pasar?
Como temí, siete días después apareció un gato negro en el jardín de mi casa. Esa cosa infernal no paraba de observar a mi hijo y por más que intenté ahuyentarlo no lo logré.
Durante semanas, el gato siguió en el jardín. No sabía si era mi paranoia, pero sentía que su rostro cada vez más se iba asemejando al de un humano, en específico, al de mi hijo.
Una mañana de octubre el gato se marchó sin explicación alguna. No fue hasta seis meses después que volvimos a saber de él, hasta aquella maldita noche…
Mi hijo estaba solo en su habitación, acostado en su cama. Estaba a punto de caer dormido cuando de pronto algo llamó a su ventana. Dice que sintió mucho miedo, pero su curiosidad fue más fuerte, así que echó un vistazo. Al otro lado del cristal estaba un gato negro con cuerpo humanoide, parado sobre sus dos patas traseras. Medía, según calculó, dos metros de alto; sus brazos eran largos y delgados, y sus manos, en lugar de garras, tenían dedos. Dice que lo escuchó decir con voz de niño pequeño:
Uno, dos, tres, cuatro, cinco, seis, siete, ocho, nueve, diez. Mamá, ya puedo contar del uno al diez. ¿Mamá? ¿Mamá?
Desde entonces mi hijo duerme en mi habitación. No ha vuelto a ser el niño travieso y risueño que solía ser.
Yo quemé el recetario, pero aquel maldito gato no deja de aparecerse cada noche, y no para de referirse a mi hijo como “mamá”. No comprendo qué está ocurriendo. Insisto, lo peor de todo es que el rostro de esa aberración se parece cada vez más al de mi hijo.
Necesito que me ayude. Estoy desesperado, no sé a quién más recurrir. Ayúdeme por favor, es urgente, se lo suplico. Ayúdeme a deshacerme de él, yo no soy capaz de hacerlo.


Comentarios

  1. Qué intrigante el cuento. Comienzas a leer y quieres saber en qué acaba. Felicidades al autor.

    ResponderBorrar

Publicar un comentario

Entradas populares