Dos poemas
Carolina Enríquez
¿Estás ahí?
¿Estás ahí?, ¿sientes
mis labios?
Yo siento los tuyos, un
sabor dulce y divertido
que me invita a un
carnaval de colores.
¿Estás ahí?
Siento el silencio que
me dice que esto apenas comienza.
Me invita a degustar el
aroma de tu piel,
ese sabor a experiencias
vividas,
ese mismo sabor con
tonos de dolor y soledad;
aun así percibo un
ligero toque de seducción, incitación…
las mismas que
provocaste cuando tus ojos me vigilaban,
cuando, en una plática
de nadas y todos sentía tu mirar.
¿Estás ahí?
Escucha el latido de mi
corazón que va…
no… que danza como el
café, sí… firme, seductor,
lleno de “para qué”;
amargo y adictivo…
sí, así se escucha mi
corazón, así es mi corazón.
Así que… ¿Estás ahí?...
¡Sí! Ahora percibo tu
calor, tu olor…
Es la misma sensación
que cuando abres una champaña,
en donde se aprecia el
oro de sus gotas,
el olor de su elegancia,
¡la alegría del festejo!
Estás ahí… Estás aquí…
Estás en mí.
Mis dulces
bailarinas
¿Las ves?, con sus tutús
blancos y sus cuerpos esbeltos,
danzando y riendo al
ritmo del ahora.
Se contonean en un
vaivén suave, ligero como las nubes.
Libres de ir aquí y
allá, divertidas y humildes.
Su escenario es el
nuestro, es azul, es colorido,
es movimiento, es cálido
como la brisa veraniega.
¡No las pierdas de
vista, que pronto vendrán a ti!
Te invitarán a bailar, a
sentir ese contoneo, a reír con ellas.
Sabrás que buscan amor,
que su motivo es perdurar.
¿Quién no busca amor?
Hasta el tímpano
ancestral ama al tímido rayo que se esconde
tras las pomposas faldas
de su amiga blanca.
Mirarlas livianas, en su
feliz existencia,
provoca en mí la
necesidad de bailar con ellas.
Coquetas, seductoras,
dulces.
Saben que llegarán a sus
brazos
mientras disfrutan de la
libertad de ser solo ellas, de su soltería.
Pronto llegarán a su
destino,
a perdurar y a convertirse
en un nuevo ser.
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