Receta del viajero hambriento

DIEGO HARTZE


—Probando, probando.

Han pasado ciento cincuenta y dos días desde que la tormenta de polvo se desató y me aisló en este planeta desolado.

—Habla el astronauta Yif Kardo, único residente en la base espacial Famine. ¿Me reciben?

Ya he restaurado la antena de comunicación que dañó la tormenta, pero el clima hace imposible que establezca contacto con la base central. Tengo la esperanza de que en algún momento uno de mis mensajes logre ser enviado. Afuera la penumbra es total.

—Base central, aquí el astronauta Yif Kardo, único residente de la base espacial Famine. ¿Alguien puede oírme?

Las reservas de agua y oxígeno durarán varios meses más, sin embargo, no queda mucho alimento, es por ello que he estado comiendo el mínimo necesario para asegurar mi supervivencia durante el mayor tiempo posible, al menos hasta ser rescatado, o hasta que la tormenta se detenga, o hasta lo que sea que pase primero.

—Repito. Habla Yif Kardo… 

La tormenta ya ha durado más de un año. Sé que en la Tierra estaba acostumbrado a estar solo, incluso mi trabajo propiciaba eso, pero este tipo de soledad es distinta, pareciera que se burla de mí; aquí realmente estoy solo conmigo mismo. No sé si ya me dieron por muerto o si decidieron olvidarme, quizás encontraron a un mejor ingeniero en sistemas, ¿eh?

—Repito. Habla Yif Kardo. Solicito un reabastecimiento de provisiones.  

El día de hoy el alimento se ha agotado.

—Si alguien logra escuchar este mensaje responda por favor, me encuentro en la base espacial Famine.

Llevo demasiados días sin comer y me siento muy débil, mi cuerpo no me responde como debería, me duele la cabeza y siento muchas náuseas. Acabo de vomitar. Mi estómago quema. Expulsé saliva y bilis, también un trozo de papel enrollado. No comprendo. Tiene algo escrito. Dice:

Saludos, viajero malaventurado, soy Bonett Botel, hechicero especializado en magia culinaria. Te estarás preguntando cómo es que este pergamino llegó a ti. La explicación es simple, se trata de un texto mágico que he creado con la finalidad de ayudar a aquellos en peligro por hambre. Sé de tu necesidad, y es por eso que voy a enseñarte a escribir comida. Sé que no crees en la magia, pero no pierdes nada con intentar.

LA RECETA DEL VIAJERO HAMBRIENTO

Primer paso. Dibuja sobre lo que sea y con lo que sea el plato o la vasija en la que desearías que estuviera tu comida.

Segundo paso. Escribe dentro de tu dibujo las siguientes palabras:
Mahed maf taah

Tercer paso. Piensa en cualquier platillo que desees, sin importar que tan sencillo o complejo sea de preparar, y derrama una gota de tu sangre sobre la última palabra que escribiste.
Advertencia. Antes de realizar el cuarto y último paso, debes saber que escribir comida requiere de magia vital, por lo que deberás perder un año de vida por cada platillo que escribas.

Cuarto paso. Acepta.

Buen provecho.

Las dudas eran apabullantes: «¿es real?», «¿la comida aparecerá de la nada? », «¿realmente se pierde un año de vida? »...  Él cayó desmayado.  

—Fecha: trece de octubre del año dos mil ciento ochenta. La inanición me está provocando alucinaciones. Me encuentro en la base espacial Famine. Por favor ayúdenme.

Por más desconcertante que resultaba aquel extraño pergamino, este representaba su única esperanza para sobrevivir…

Tras varias horas de autoconvencimiento, el hambriento astronauta tomó un marcador y dibujó sobre el suelo una enorme cazuela (él consideraba que si iba a perder un año de vida, al menos debía ser por un gran porción de comida). Después, prosiguió a escribir las tres palabras presuntamente mágicas:

—Ma-hed maf taah. Listo.
Posteriormente, tomó del botiquín médico un dispositivo de punción de un medidor de glucosa, y con este se pinchó la yema del dedo índice derecho. El astronauta visualizó mentalmente un enorme estofado y dejo caer una gota de su sangre sobre la palabra tahh. De pronto, escuchó a una extraña voz decir dentro de su cabeza: —Un año de vida, por permanecer con vida—. Él afirmó con la cabeza…

Una nube de humo rosado surgió del dibujo, y con esto, una cazuela llena de estofado de langosta apareció de la nada. El astronauta estaba atónito, sus ojos desorbitados no podían creer lo que veían. Aquel platillo olía delicioso. Sin dudarlo, se aproximó y comenzó a comer. Hace tiempo que no probaba algo así de fresco. ¡Era delicioso!…

—Aquí el astronauta Yif Kardo, único residente de la base espacial Famine. ¿Alguien puede hacerme el favor de irse a la mierda?

Kardo puso en práctica la receta de Bonet Botel en cuatro ocasiones más (y fue deliciosamente feliz), pero lo hizo sin haber considerado su esperanza de vida…

30 de octubre, año 2180
DESPUÉS DE DOS AÑOS DE HABER QUEDADO RECLUIDO EN MARTE, EL ASTRONAUTA YIF KARDO ES HALLADO MUERTO ESTA MAÑANA EN LA BASE ESPACIAL FAMINE.  LA AUTOPSIA HA REVELADO QUE EL ASTRONAUTA SE VIO EN LA NECESIDAD DE COMER PAPEL PARA SOBREVIVIR.

Buen provecho.

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